domingo, 6 de septiembre de 2015

And you wonder when you wake up will it be alright...

All I know, all I know is that I'm lost, 
               whenever you go, all I know Is that I love you so, so much that it hurts...



                        All I know is that I will always love you, my little baby.... 

jueves, 18 de junio de 2015

Teenage Dream 11, Story Of My Life.

N/A: No puedo creer que haga casi dos años que llevo sin subir algo... Sin duda alguna, han sido dos años de locos... (-.-"). He de decir, que no ha sido por falta de escribir, de hecho, he escrito mucho, (gracias a las clases de Filosofía, Platón, Nietzche, Descartes y Ortega y Gasset inspiran a cualquiera... En fin, queridos amigos, gracias por vuestra paciencia, (y tu chantaje, Isa!) espero que la espera haya merecido la pena.

Teenage Dream. 

                                          You make me feel like a living on a teenage dream...

Capítulo 11: Story Of My Life. 
Los rayos del sol naciente comenzaban a iluminar la habitación. En ella, una mujer morena sonreía con cariño, entre sus brazos un pequeño bebé bostezaba dulcemente. 
Pamela Anderson acarició dulcemente las pequeñas mejillas de su hijo. Blaine, su pequeño niño, aquel que después de tanto tiempo había llegado para darle una alegría. Un pequeño rayo de luz entre tanto dolor, entre tanto desprecio en el que vivía. 
El pequeño bebé abrió los ojos haciendo a la mujer sonreír, incluso más brillantemente a la vista de los brillantes ojos avellana del pequeño. Pamela suspiró, llena aún de sorprendimiento al pensar cuan diferentes eran ambos de sus hijos, Cooper, el torbellino de diez años de edad que era su hijo mayor. Aquel niño capaz de envolver a alguien -la primera a ella- en su dedo índice con tan solo una profunda mirada de sus penetrantes ojos azules, obra, sin duda alguna, de los genes de su padre, así como su brillante sonrisa. Y luego estaba Blaine, el pequeño que había nacido para iluminar sus días grises, con esos adorables rizos oscuros y sus grandes ojos avellana, claramente heredados de ella. 
La mujer volvió a suspirar, intentando por todos los medios espantar las lágrimas que amenazaban con derramar de sus ojos al pensar en su esposo, Andrew Anderson, aquel encantador chico del que se había enamorado en aquella cafetería entre el campus de Medicina y el de Derecho, aquel hombre maravilloso que se había comprometido con ella entre risas y besos bajo la luz de las estrellas, con el que se había casado, el padre de sus hijos, pero, a la vez, el hombre que se había convertido en su verdugo, su acosador... 
Su pesadilla comenzó  poco después del quinto cumpleaños de Coop, las cosas por casa parecían ir bien, tenían todo cuanto querían y podían gracias al fondo fiduciario de Andrew, quien lo había recibido a los dieciocho años, tal y como estaba estipulado. Sin embargo, tras la nueva oportunidad de trabajo que había conseguido Andrew, su esposo comenzó a cambiar, comenzando la etapa más oscura de la vida de Pam, llena de dolor y miedo. Andrew había comenzado a beber más y más cada día, con el alcohol había llegado el dolor, el miedo, los abusos... Incrementado poco a poco más hasta la actualidad...
La mujer suspiró, llevándose al bebé cada vez más cerca de su pecho, -No te preocupes, bebé- susurró la mujer, con los labios rozando los pequeños rizos de su hijo - Mamá hará todo lo posible para alejar al monstruo de ti y de Coop...- juró entre beso y beso al pequeño en sus brazos...
La doctora Pamela Wilson suspiró, intentando mitigar las lágrimas que amenazaban con desbordarla.
Veintisiete años, había pasado veintisiete largos años de sus pequeños, a los que, con todo el dolor del mundo había tenido que abandonar, llevada por el odio que su esposo le profesaba, incrementado tras el nacimiento de su bebé Blaine... Blaine, su dulce Blaine, había pasado los últimos veintisiete años  de su vida imaginando como sería su pequeño, si sus ojos brillarían con alegría, como peinaría sus rebeldes rizos, como luciría de la mano de la chica más guapa del instituto en su primer baile... La doctora volvió a suspirar, borrando las lágrimas de sus ojos con rabia, la rabia le invadía por haber tenido que abandonar a sus pequeños a merced de un monstruo como Andrew, rabia al haberse perdido eventos tan importantes en la vida de sus hijos como la infancia de Blaine, o la madurez de ambos... La tecnología había permitido a la doctora haber podido saber algo de sus niños durante los últimos años; de Cooper había descubierto que era un actor muy talentoso, algo que a ella le llenaba de orgullo y satisfacción, así como haber averiguado que su pequeño niño se había casado con una chica muy guapa y que incluso había sido abuela de un pequeño niño de rizos oscuros llamado Blaine... Sin embargo, toda la alegría y satisfacción que había experimentado al conocer sobre la vida de su hijo mayor había sido arrancada de su alma al saber sobre el triste destino de su hijo pequeño, del que al principio solo había encontrado un par de vídeos de actuaciones del Glee club de la Academia Dalton, la cual lideraba su pequeño. Pero, había sido aquella noticia periodística la que más le había llamado la atención, aquella que decía haber sido hallado el cadáver del joven Blaine Anderson meses después de su misteriosa desaparición...
Pamela luchó contra el estremecimiento que pretendía abrirse paso por ella, a pesar de los diez años que habían pasado, a pesar de pensar que lo había superado, no pudo evitar llorar, había leído lo que le había pasado a su niño, y una rabia inmensa la invadió, rabia al saber que el que había hecho esto a su hijo estaba aún en la calle, rabia al no haber podido tener la oportunidad de conocer a su hijo pequeño, a quien siempre había imaginado como John Priestly... ¡Ay! John Priestly, ese tierno y amable joven carismático... Con una sola mirada al joven  todos los sentimientos de la doctora se despertaban, no había duda de que el tan tímido joven podía llegar a encantar a cualquiera con una de sus tímidas sonrisas, así como la magia que crea al tocar el piano, pero sobre todo, lo que más cautivaba a la mujer eran los ojos del joven, aquellos ojos color avellana que cautivaban a Pamela desde el primer momento que los miró.
El mundo de la doctora se removía cada vez que pensaba en la familiaridad de esos ojos con los de su bebé, lo que había provocado que desde el primer momento en que lo vio formara un vínculo especial con él, desde el día en el que un muy tímido, casi asustadizo joven había entrado en su consulta acompañado de su madre, hasta el dia de hoy, Pamela habia sido un testigo directo de la metamorfosis de la conducta del chico a su alrededor que había pasado de reservado al hombre más simpático y cariñoso que había visto en su vida.
A Pamela se le llenaba el pecho de alegría al pensar en la última vez que habló con el chico:
La doctora Wilson suspiró, el día se antojaba realmente ocupado en las urgencias del pequeño hospital de Santa Cruz... Suspiró mentalmente ante la situación, a tiempo que comenzó a escuchar un melodiosa melodía, curiosa, Pamela siguió el sonido curiosa por descubrir de donde procedía, sonriendo con cariño al llegar al área de pediatría y ver al joven John Priestly tocando dulcemente su guitarra al tiempo que cantaba a lo s pequeños allí ingresados algunas canciones, como era el caso de Proud Of Your Boy de Aladdin, la reconocía gracias a la leve obsesión que Cooper había desarrollado con ella a los siete años... Pam sonrió ante el recuerdo de su hijo, y llena de ternura por el chico sonrió, esperando a que este acabara para así poder acercarse a él a charla un poco.
-¡John!- saludó la mujer cuando vio al joven recoger cuidadosamente su guitarra, acercándose poco a poco a éste, consciente de su miedo a los movimientos bruscos. El joven levantó la vista hacia la doctora, dibujando una cordial sonrisa en sus labios, -¡Doctora Wilson!- saludó el chico gentilmente. Pam le sonrió. -Oh, solo Pamela, John, ya te lo he dicho un par de veces- le recordó dulcemente la mujer. El chico asintió tímidamente, terminando de guardar su guitarra. 
-Me ha encantado tu forma de tocar, lo haces genial- dijo la doctora sonriendo ante el rubor del dulce chico ante él. -G-gracias- susurró el chico timidamente. -Me encanta Aladdin...- sonrió haciendo a la doctora sonreír con él. 
Un fuerte sentimiento que Pamela había casi olvidado se apoderó de ella, orgullo maternal y proteccionismo hacia ese dulce chico, cosas que solo había sentido cerca de sus dos niños... 
Un repentino golpe sacó de sus pensamientos a la doctora, la puerta se abrió revelando a una preocupada y con mucha prisa enfermera de urgencias. -¡Doctora Wilson!- exclamó la mujer con algo de angustia. - Rápido, se le necesita en urgencias, un tráfico, John Priestly ha sido atropellado...-terminó apresuradamente la enfermera.
De repente el mundo de Pamela Wilson pareció descomponerse bajo sus pies, una poderosa y fría sensación de miedo la invadió al conocer la noticia. Todo su cuerpo tembló de miedo al conocer que la vida de ese chico estaba en peligro, su cuerpo se llenó de adrenalina, ni siquiera se había dado cuenta de que corría hacia urgencias hasta que no sintió el choque sólido de un cuerpo contra el de ella. Levantó la vista, sintiendo de nuevo como su cuerpo temblaba de miedo y emoción al mirar a los dulce ojos azules de la persona ante él, Pamela miró al joven de arriba a abajo sintiendo como las lágrimas la abordaban, ante ella estaba su niño, su Cooper, mirándola entre sorprendido y angustiado.
Fue una palabra, ta solo una palabra la que terminó de romperla por completo...
-¿Mamá?

TBC....
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NA: Espero que os haya gustado. Habrá más por venir, promise! Gracias por vuestra paciencia queridos amigos!

viernes, 20 de febrero de 2015

I'll love you until my dying day...

Never say goodbye because saying goodbye means going away, and going away means forgetting... 

These Days...



Y no importa el sacrificio, ni siquiera el esfuerzo... Pase lo que pase lo conseguiré... Aunque mi vida dependa de ello... 
Y algún día, miraré atrás en el tiempo y recordaré aquellos días, riendo con satisfacción de que a pesar de todo he cumplido mis metas.